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Bandeira vermelha para Jair

01 Octubre 2021

-Temo que caiga una lluviecita en abril y el Presidente termine con el racionamiento eléctrico, para intentar ganar las elecciones. 

Así se quejaba Lula da Silva, en agosto de 2001, en medio de los apagões que marcaron el final del segundo mandato de Fernando Henrique Cardoso. Durante 9 meses, los cortes programados buscaron reducir 20% el consumo en medio de una de las peores sequías históricas de Brasil, donde el 70% de la generación es hidroeléctrica. 

Junto con una inflación que trepaba al 8% anual, los cortes contribuyeron a desgastar la popularidad del PSDB y allanaron el camino para el triunfo de Lula en 2002. 

20 años después, el sindicalista de San Pablo es nuevamente candidato y Brasil atraviesa una crisis energética similar, con algunas represas funcionando al 15% de su capacidad, aunque por ahora ha logrado evitar el racionamiento. La falta de agua en el sudeste brasileño también se percibe en la bajante del Paraná.

A fines de junio, la reguladora ANEEL subió 52% el recargo sobre las tarifas por costo de producción, conocido como bandeira vermelha (bandera roja). Dos meses después, el Ministro de Energía anunció la creación de una nueva bandeira de escassez hídrica y un ajuste adicional de 50%. La ANEEL pedía llevar el recargo a 25 reales por cada 100 kWh, lo que implicaba un alza de 180%, pero el Ministerio de Economía intervino por temor al impacto en los precios.

La energía eléctrica aportó 0,4 puntos a la inflación mensual de julio (1%) y 0,2 en septiembre (1,14%), que registró la mayor variación para aquel mes desde 1994. El mes pasado la inflación superó el 10% interanual por primera vez en 5 años, según el indicador adelantado IPCA-15. En el caso de los alimentos llega al 13%, lo que ha motivado protestas. A un año de las elecciones, el Presidente se empieza a preocupar por las otras bandeiras vermelhas, las del PT. 

Hoy las encuestadoras tienen a Lula ganando en primera vuelta por cerca de 20 puntos, aunque en 2018 subestimaron la victoria de Bolsonaro por 10. La Bolsa de Valores de San Pablo celebró su llegada al poder con una suba de 5%, pero en los últimos meses los mercados se han mostrado cada vez más incómodos con el actual mandatario. 

A fines de febrero, las acciones brasileñas perdieron casi 5% en un día luego de la remoción del CEO de Petrobras, en medio de un ajuste del precio de la gasolina.

El 7 de septiembre, Bolsonaro pidió destituir a un juez de la Suprema Corte que lo investiga por sus cuestionamientos al sistema de votación. Al día siguiente, el índice Bovespa se hundió 4%. 

El índice bursátil paulista ha tenido una performance floja en 2021 y está 6% abajo desde enero, lo que contrasta con la ola de IPO y fusiones de este año. Para algunos analistas, las empresas se quieren adelantar a un 2022 que puede resultar muy volátil en términos políticos. Esta semana, Bolsonaro se lamentó que el litro de gasolina costara 6 y no 4 reales, su ministro Paulo Guedes prometió privatizar Petrobras “en la próxima década” y unos días después la empresa ajustó 9% el diesel y advirtió por futuras subas en la gasolina. 

Desde mediados de agosto, las estimaciones que recoge el Banco Central de Brasil en su Encuesta Focus se han tornado mas agrias. El crecimiento esperado para 2021 pasó de una mediana de 5,3% a fines de julio a 5,04% hoy. La previsión para 2022 bajó de 2,1 a 1,56%. En el mismo periodo, la inflación anual esperada por el mercado saltó de 6,8 a 8,4%, aunque con la esperanza de que en 2022 se modere a 4,1%. La discusión sobre si la inflación pospandemia es transitoria o permanente por momentos refleja al debate en Estados Unidos, donde la Reserva Federal se halla dividida sobre si ajustar o no la tasa de política en 2022.

El Banco Central de Brasil parece mucho menos dispuesto a tolerar tasas negativas. Los brasileños convivieron con una tasa Selic 10 puntos encima de la inflación entre 2001 y 2007, y dicha relación promedió 4 puntos entre 2010 y 2019. En este sentido, los 14 meses consecutivos desde julio de 2020 en los que la Selic corrió por detrás de los precios son una rareza. 

El pasado miércoles 22, el Comité de Política de la entidad resolvió subir la tasa por quinta vez en el año, de 5,25 a 6,25%. Las próximas reuniones están agendadas para octubre y diciembre y el mercado espera que se repita la decisión, de manera que la tasa Selic llegue a 8,25% y al menos le empate a la inflación hacia fin de año. De todas maneras, el Banco Central reconoce que no puede hacer mucho por las condiciones climáticas y prevé que la bandeira vermelha permanezca hasta 2024.

¿Qué significa esto para Argentina? El crecimiento de nuestro principal socio comercial siempre es positivo, en tanto arrastra las exportaciones locales. En agosto, las ventas a Brasil sumaron US$ 1.157 millones, su mayor valor desde octubre de 2014 y US$ 176 millones correspondieron al rubro de combustibles y energía. La sequía brasileña podría aumentar aun más las exportaciones de gas natural, producto que hoy escasea en el mundo. 

Por el lado cambiario, la apreciación del real le quita presión al BCRA. La moneda de Brasil se debilitó 23% contra el dólar en 2020 y este año ha fluctuado en torno a una paridad de 5,30, aunque en marzo se acercó a 6 reales por dólar y ayer cerró en torno a 5,40. Dada la inflación alta en Brasil, alcanzaría con evitar otra devaluación brusca del real para que las exportaciones argentinas no pierdan competitividad.

 

Por Rafael Aguilar, analista de Econviews