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La baja de la tasa de referencia aún no llegó al costo de pagar con tarjeta

08 Febrero 2019

Cuando Guido Sandleris llegó a la presidencia del Banco Central (BCRA), a fines de septiembre del año pasado, sus decisiones de política monetaria fueron muy cuestionadas, en especial porque la idea de secar el mercado de pesos podría controlar al dólar, principal urgencia de aquel momento, pero implicaba contar con tasas de interés altísimas y, por lo tanto, encarecer el financiamiento, ahogar la economía.

En concreto, con Sandleris las tasas volaron con la promesa de que una vez controlado el tipo de cambio primero, y la inflación después, el costo del dinero iba a bajar.

Sin embargo, pese a que ya se dio una quita de más de 25 puntos porcentuales en la tasa de Leliq, la tasa de referencia, ese movimiento no se trasladó al resto de las tasas: financiarse con préstamos o tarjetas de crédito sigue siendo muy caro. La tasa de la Leliq llegó al 73% en octubre y ayer quedó en torno al 47,5%, mientras que las tasas que cobran las entidades apenas si cedieron.

Actualmente, en uno de los bancos privados más grandes del país por un crédito personal el cliente paga un 70% de interés y lo que queda pendiente del saldo de la tarjeta de crédito tiene un costo financiero total de 130%. En la City indicaron que más allá de que estos movimientos no son lineales, los bancos no pueden arriesgarse a bajar las tasas dado que no están aseguradas ni la calma cambiaria ni la caída de la inflación, menos en un contexto internacional como el actual, que todavía es incierto.

Ezequiel Baum, economista y autor del libro "Ordená tu economía", recordó que la Leliq "lo que hace, básicamente, es sacar dinero del sistema" y que "eso explica por qué aunque la tasa de la letras a siete días del Banco Central está bajando, otras siguen altas, porque al no haber pesos en la economía, el que los necesita a largo plazo lo va a tener que pagar caro". Por otro lado, el experto se enfocó en la diferencia de los tiempos y de los jugadores. La Leliq es una colocación a una semana, mientras que el financiamiento o los planes de pago de las tarjetas pueden variar entre los tres y los 24 meses, en tanto, los involucrados en el intercambio del dinero son un individuo o el Banco Central.

"Son dos tipo de riesgos: la duración y el que presta. Lo que se demora en recuperar el dinero y quién es el deudor, no pueden garantizar la misma tasa. La Leliq tiene una tasa de cortísimo plazo, entonces la capacidad de reacción, en la medida que se recalienten las expectativas de devaluación e inflación, es más rápida que las de un financiamiento mucho más largo", dijo Baum. En sintonía, graficó que "si el banco tiene que prestarle a un cliente que no pagó el total o se atrasó con el mínimo y lo va a devolver en 12 meses lo tiene que hacer a tasas más altas, ya que no es lo mismo prestarle a él que al Central a una semana, cuando además el organismo es el que tiene el poder de imprimir billetes para saldar el compromiso". 

Eric Ritondale, director de Econviews, señaló que el descenso del resto de las tasas no será inmediato, dado que la Leliq se hundió muy rápido y es necesario comprobar si se sostiene esta tendencia en el tiempo. "Obviamente los bancos, por cuestiones de absoluta precaución, se van a mover a paso de tortuga", comentó. A su vez, Ritondale remarcó que no hay mucho más margen para que se recorte la Leliq, las tasas deben seguir siendo positivas, atractivas, en un contexto que de ninguna manera será tan bueno como lo fue enero: el índice de condiciones financieras dio la mayor suba mensual en más de cinco años.

"Deberían haber tasas de interés reales positivas, pero no tan altas", según el director de Econviews. Baum cree que en la medida que los bancos reciban cada vez más depósitos a plazo fijo y que se sature el proceso de Leliq y pases, es decir, que no puedan obtener rendimientos tan atractivos por esa vía, habrá liquidez y las tasas se reacomodarán. Sucede que para que el proceso siga ese curso, la tasa de la Leliq debería seguir cediendo, algo que solo puede pasar si se mantiene la calma cambiaria y persiste el recorte en el índice de inflación.

De todas formas, las tasas deben seguir siendo positivas, como subrayó Ritondale, así el inversor no se inclina por el dólar. A esto se refirió Mariano Otálora, director de la Escuela Argentina de Finanzas Personales: "Estamos en un momento muy optimista porque el mensaje de la Fed (la paciencia en la suba de la tasa) reduce el riesgo en todos los emergentes, por eso muchas monedas del mundo se apreciaron y se quitó la presión sobre el tipo de cambio en Argentina.

El Central aprovechó para bajar la tasa en tanto el dólar no se recalienta". El sistema necesita tener múltiples equilibrios para que funcione, tal como resumió Baum. Por si fuera poco, éste es un año electoral y, como suele pasar, el ruido político podría despertar el apetito por el dólar, lo que a su vez podría despertar el precio. Este sería el peor escenario, se volvería a iniciar el ciclo; un dólar sin techo fue lo que hizo que Sandleris aterrizara en el Banco Central cinco meses atrás.