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Un país con 70 años de tolerancia a la inflación crónica y alta

12 Noviembre 2021

El miércoles y jueves la Universidad del Cema organizó un seminario con la participación de ex ministros de Economía, presidentes del Banco Central, académicos y economistas, todos ellos, protagonistas y estudiosos de una decena de intentos por bajar la inflación en el país en los últimos 70 años. Fue un repaso (y críticas) desde la iniciativa de Juan Domingo Perón en su segundo mandato en 1952 al de Mauricio Macri en 2016, pasando por los planes de Krieger Vasena, Gelbard, Martínez de Hoz, Sourrouille, Bunge & Born, Plan Bonex, Cavallo, Remes, Sturzenegger, entre otros. Ninguno resolvió el tema.

“Uno se queda con un gusto amargo”, dijo ayer Miguel Kiguel, ex secretario de Finanzas y uno de los expositores del ciclo. “Hubo países que consiguieron resolver el tema pero nosotros no, llevamos setenta años sin hacerlo, ¿por qué?”. 

Un hilo rojo recorrió las exposiciones. “Para bajar la inflación hay que recurrir a elementos de la ortodoxia y la heterodoxia”, repasó Lucas Llach, profesor de la Universidad Di Tella y ex vicepresidente del BCRA. 

Por la ortodoxia los economistas hacen referencia, básicamente, a bajar el déficit fiscal y el financiamiento monetario de la economía. Por la heterodoxia, el uso de políticas de ingresos (precios-salarios) como guías-coordinadores de un plan de estabilización. Un tercer elemento, es el cambiario: cualquier inicio para empezar un combate en serio contra la inflación consiste en fijar el dólar.

Ninguna de estas piezas por sí solas resulta suficiente para bajar la inflación. No al menos para bajar la inflación desde los niveles que hoy tiene la Argentina, arrastrando una inercia fuerte. 

Hay economistas que creen que es posible bajar la tasa solamente con un Banco Central independiente y política monetaria (si se quiere como dice Martín Tetaz). 

“Poder se puede, pero es difícil”, dijo Kiguel. “Existen pocos casos en el mundo en los que se bajó la inflación con política monetaria como Volcker en EE.UU. en los ochenta y fue a costa de subir mucho el desempleo”. 

Para Federico Sturzenegger, en cambio, "es un debate abstracto: funciona y se ve que la inflación baja", dijo el ex presidente del BCRA.

Argentina enfrenta tres complicaciones por delante para bajar esta inflación de 52,1% anual. 

Primero, la tasa puede subir (a 60%) aún cuando se baje el déficit fiscal. Por ejemplo si aumentan las tarifas. 

Segundo, no existe un acuerdo ni entre las distintas fuerzas políticas ni dentro de ellas mismas (tanto en FdT como en JxC) de cómo frenar la inflación. ¿Con más elementos de la ortodoxia o de la heterodoxia? 

Tercero, existe el riesgo de que el nuevo intento de estabilizar se abandone si un resultado rápido no se consigue. Para ello será clave el diagnóstico de entrada. "Supuestos inusuales", calificó el economista de Harvard, Rafael Di Tella, a los cimientos sobre los cuales Macri lanzó su plan antiinflacionario que desembocó en un aumentó del dólar.

¿Por qué en Argentina la inflación no se solucionó como en otros países de la región? 

“Probablemente haya más tolerancia a la inflación y menos capacidad de atacar el problema fiscal”, dice Kiguel. “Es una pregunta que tiene que quedar abierta. Tuvimos una sola oportunidad en estos setenta años y fue el plan de Convertibilidad”.